Quizás algún día...

Fueron fugaces nuestras miradas, pero yo sabía que aquella vez que pronuncié su nombre... el eléctrico cosquilleo que recorrió mi estómago era el primer síntoma de lo que estaba por ocurrir... por sentir... por desear... por vivir...

Ella empezó a convertirse en una de mis motivaciones, me encantaba saber que encontraría su dulce sonrisa y su mirada serena, me animaba volver a tener la posibilidad de unas palabras, unos fugaces momentos de pequeñas alegrías, y quizás en algún momento...
En algún momento un contacto inocente, llevaría a una sutil y penetrante mirada, donde un atisbo de picardía comenzaría a componer la melodía de la danza de los cuerpos.

Soñaba con esos fugaces y magnéticos momentos, los deseaba, eran mi pequeño refugio de la triste rutina de mi día a día.
Encontrarla, sonreirla, quizás algún roce inocente, era el pequeño aliciente para darle un momento de adrenalina de vida, a mi anodino existir.
Ella nunca sabría lo que yo sentía, no podría invadir su mundo con mis pretensiones... pero me conformaba con soñarla, desearla, nombrarla en silencio, imaginarla en las sombras candentes del deseo...
Me conformaba sólo con eso...
Pero eso es lo que acrecentaban mis ganas de volverla a ver, de volverla a sonreír, de volverme a guardar esas sensaciones con las que volver a imaginarla sintiendo su piel, imaginarla rozando sus labios, oliendo el aroma de su pelo, acariciando su cuello...
Imaginarla que le miraba a los ojos deseando sentir un profundo beso, de esos que son el preludio...
Imaginarla en su respirar entrecortado, ansioso por querer más, por desatar todo lo que su cuerpo empezaría a reclamar...

Reclamar que mis manos la recorrieran con la inocencia de dos amantes que se encuentran por primera vez, con la lujuria de lo que entre nosotros pudiera suceder; entregarnos al compás de la melodía del deseo, sentirnos tan profundamente que no existiera en ese momento, nada, ni nadie en el mundo entero...

Estallar al unísono en una perfecta sincronía, y que la electricidad de nuestros cuerpos nos dejase extasiados, abatidos y felices de sentir... aunque fuese por un sólo segundo, que fuéramos uno... y fuéramos perfectos.

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